miércoles, 11 de enero de 2012

Opinion sobre lo que viene.

Sintonía fina y trazos gruesos

El nuevo período gubernamental comenzó, en materia política, caracterizado por la ausencia de una oposición efectiva y por la concentración del poder político en la figura presidencial. Sin embargo, emergió también en medio de tensiones político-económicas y de preocupaciones sociales. Los resultados electorales han dado un triunfo arrasador del Frente para la Victoria, no sólo por la magnitud de los votos alcanzados, sino también porque, en lo inmediato, no aparece una segunda fuerza con posibilidades de ser una oposición efectiva. La derecha política ha quedado con un grado de debilidad y dispersión que habría que rastrear en la historia para encontrar un momento similar. La embrionaria centroizquierda, por el momento, no es más que un proyecto aún difuso, que tendrá que resolver diferencias internas antes de proyectarse con algunas posibilidades. La izquierda anticapitalista, expresada en los partidos o en los movimientos sociales, tiene expresiones en los conflictos pero por ahora no pesa en el escenario político general.

Tamaño triunfo dio por cerrada la crisis abierta en el 2008, mientras que las distintas fracciones del capital se han reposicionado. Hay ahora una nueva relación de fuerzas políticas y el gobierno está en el centro de ellas, aunque, luego de la Ley Antiterrorista y las declaraciones antiobreras, el sesgo a derecha es más que preocupante. Apoyado en la mayoría parlamentaria, el gobierno nacional emprendió una fuerte ofensiva, tendiente a aprobar rápidamente diversos proyectos de leyes que, en general, le permiten un mayor manejo de la situación financiera. La transición de un gobierno a otro, en realidad, de la formalidad del mismo gobierno, estuvo tensionada por la fuga de divisas, las crecientes dificultades en la cuenta corriente y la quita de subsidios.

No obstante, los que han galvanizado la situación política han sido, por un lado, el discurso de la Presidenta en la 17ª Conferencia de la UIA y en la asunción de su nuevo mandato, y la pensada y estructurada, tal vez como nunca antes, réplica del Secretario General de la CGT, Hugo Moyano, en el acto de Huracán. Y, por el otro, la sanción de la Ley Antiterrorista, una aberración jurídica impuesta por el GAFI (Grupo de Acción Financiera Internacional), que habilita la represión social y es una abdicación de soberanía frente al Departamento de Estado de Estados Unidos, que la exige a los “países amigos”.

Lo que impulsó ambas intervenciones presidenciales ha sido el pasaje de la nunca explicitada “profundización del modelo” a la “sintonía fina”. Para una retórica presidencial nada vacía no se trata de un mero cambio semántico. Tendrá consecuencias y es claro que en esta decisión pesa la crisis mundial, cuyo epicentro es ahora Europa, pero de la que ningún país está blindado. El ajuste de costos pedido a los empresarios forma parte de esa nueva sintonía, que busca recuperar niveles de competitividad sin retocar demasiado el tipo de cambio. Necesita también un acuerdo de precios y salarios –tope a las paritarias incluido– que no supere el 18-20 por ciento, y avanzar en la sustitución de importaciones. El pedido de mayores inversiones, que amplíen la capacidad productiva, completa el ideario neo-desarrollista. Las descalificaciones y las amenazas de condicionar el derecho de huelga constituyen una ofensiva sobre los trabajadores y sus sindicatos, independientemente de quienes los dirijan. No es la primera vez, pero ésta sonó demasiado en consonancia con la sintonía fina reclamada por los empresarios.

La réplica de la CGT, más allá de los contenidos políticos al interior del PJ, se centró en levantar un verdadero pliego de reivindicaciones obreras. La legitimidad de estos reclamos es innegable y fue coronada con una defensa del derecho de huelga. Estas no son “extorsivas ni chantajean”, de lo que se trata es de que “la crisis no la paguen los trabajadores... que la paguen los empresarios, los banqueros y los grupos de poder”. Este conflicto, que, como tantas otras veces, se da al interior del peronismo, expresa deformadamente la contradicción entre los irreconciliables intereses del capital y el trabajo. Y más allá de que logren encauzarlo, esto será sólo momentáneo; reaparecerá una y otra vez. Los procesos de acumulación y reproducción de capitales suelen encontrar barreras que traban su desarrollo. En esta línea se inscribe la política de la sintonía fina, a la que pueden sumarse una nueva Ley de Entidades Financieras, la reforma de la Carta Orgánica del BCRA y hasta la Ley de Inversiones Extranjeras. Pueden superase las barreras pero no los límites, que, en todo país con un desarrollo dependiente y deformado de sus fuerzas productivas, condicionan la acumulación del capital y el desarrollo. Estos límites se expresan en la presión imperialista y sus intereses confluentes con la gran burguesía local, mientras que la globalización hace imposible una vuelta atrás del sistema, a los dorados años del período 1945-1975, que dieron origen al desarrollismo y sus variantes.

El neodesarrollismo actual nació de las entrañas del neoliberalismo y encuentra allí sus propios límites. Superarlos implica avanzar en trazos gruesos, afectar en distinto grado los intereses del bloque de clases dominante. Esto requiere de decisiones en el marco de la economía política. Se trata de la intervención del Estado impulsada y condicionada por un fuerte protagonismo social, sea en el comercio exterior; en el sistema bancario; en la recuperación de la renta petrolera y del sistema ferroviario; en la reorganización de la producción agraria; en el control de la estructura de costos de las formadoras de precios; en la reducción de la jornada laboral; en la reforma tributaria.

Nada de esto puede esperarse del bloque de clases dominantes. Sus intereses no pasan por el desarrollo nacional con inclusión social, sino por la maximización de las ganancias.
El fuerte crecimiento económico de los últimos ocho años ha repuesto la centralidad del trabajo y es desde allí que los trabajadores y los sectores populares pueden darle forma programática e impulsar medidas como las señaladas. Hay antecedentes en nuestra historia, claro que no se trata de replicarlos como letra muerta, sino de recuperarlos en clave actual. La crisis mundial y los propios límites del modelo obligarán en algún momento a poner en discusión esos trazos gruesos.

Por Eduardo Lucita. Economista.
cash- Página 12.
Domingo, 8 de enero de 2012

martes, 10 de enero de 2012

MEDICAMENTOS de ALTO COSTO

Los medicamentos no son un tema exclusivo de profesionales de la medicina, laboratorios y pacientes, sino que también debería ser abordado con mayor énfasis desde la economía política. Al ser un bien vinculado con la vida y la muerte, los participantes que manejan ese “mercado” tienen la ventaja de cierta pasividad de los “beneficiarios”, entendible resignación que sólo puede ser compensada con una intervención decidida del Estado.

El sistema de salud tiene la suficiente complejidad por la cantidad de protagonistas, intereses en juego y áreas académicas involucradas que requiere de un abordaje global para definir un objetivo de acceso y cobertura de calidad universal, para luego avanzar en campos específicos de acción para empezar a transformarlo. Uno de ellos es el de los medicamentos, sus precios y alcance a la población, y específicamente los de alto costo, que están absorbiendo una porción creciente del presupuesto de salud. La mayoría de los países desarrollados y varios de la región, entre los que se destacan Brasil y Uruguay, se han ocupado de regular ese segmento. Argentina está bastante atrasada en esa tarea pese a que esos medicamentos ya representan alrededor del 10 por ciento del total del gasto en salud por su costo elevado, según detalla un reciente informe del Instituto de Estudios sobre Política de Salud, de la Asociación Agentes de Propaganda Médica, afiliada a la CTA.

Los denominados Medicamentos de Alto Costo (MAC) son los destinados a un conjunto limitado de enfermedades que registran baja prevalencia, pero demandan un monto creciente de recursos. Por esa baja prevalencia y su costo altísimo también se las conoce como “enfermedades catastróficas”. Se las llama así porque su aparición empobrece a quienes las padecen. En 2010, por ejemplo, el 62 por ciento de las familias norteamericanas que quebraron y entraron en la pobreza lo hicieron por causa de esas enfermedades.

El principal factor que explica los precios elevados de los MAC es que son productos monopólicos, que tienen un único oferente y mediante la barrera de las patentes impiden el ingreso de competidores al mercado. Tampoco son vendidos en farmacias minoristas ni figuran en las listas de precios, por eso se los define como “medicamentos ocultos”. Estos registran los mayores precios y muy baja sustitución, lo que origina que la demanda permanezca cautiva y la elasticidad del precio sea virtualmente nula. En ese informe se destaca que la mayoría son productos biotecnológicos y su facturación aumenta en todo el mundo a un escala que duplica el crecimiento anual del mercado farmacéutico en su conjunto. Las ventas globales de este segmento se incrementan a un ritmo anual de 12,5 por ciento desde hace un lustro, contra el 6,4 por ciento de crecimiento del mercado global. Por ejemplo, en 2007 existían 134 productos biotecnológicos y monopólicos con ventas superiores a 75 mil millones de dólares en el mundo. Al tope se ubicaban 22 marcas comerciales “innovadoras” con ventas superiores a los 1000 millones de dólares cada una.

Uno de los más prestigiosos académicos en economía de la salud de Argentina y Latinoamérica, director del Centro de Estudios en Gestión y Economía de la Salud de la Facultad de Ciencias Económicas, Federico Tobar, explica que ese gasto crece en todo el mundo, pero en Argentina a un ritmo mayor. Detalla que se duplicó entre 2003 y el 2007 por tres motivos:

1 Los productos se venden en Argentina a precios muy superiores a los internacionales.
2 No hay competencia. Son medicamentos con un solo fabricante y no se venden en farmacias sino a través de unas pocas droguerías.
3 Se usan en enfermedades crónico-degenerativas de creciente prevalencia en la población.

“Estas condiciones convierten a los medicamentos de alto costo en un botín ideal para atraer mafias. Así, quienes padecen enfermedades caras deben también soportar el castigo de los oportunistas que lucran con ello”, sentenció Tobar en el documento “Acceso universal a medicamentos de alto costo y el fin de las mafias”. Señala que a esas características de los MAC “se suma la organización extremadamente fragmentada y segmentada de nuestro sistema de salud. Ambos factores configuran una combinación explosiva: pocos vendedores, pocos controles y altos precios”. Precisa que en los últimos años el gasto en esos medicamentos registró en el país un incremento promedio del 60 por ciento anual, muy por encima del gasto en salud en su conjunto e incluso del gasto en el total de medicamentos.

En otra investigación, Tobar realiza una comparación internacional del precio de los MAC en Argentina respecto de Brasil, Chile, Uruguay y Paraguay, además de España e Inglaterra. Relevó una canasta de productos de significativa relevancia para idénticas marcas y presentaciones comerciales: son medicamentos de alto costo que generan el mayor gasto en el país e involucran 18 marcas comerciales, y la gran mayoría de ellas se venden en otros países. En todos los casos la información es a precios finales y en dólares. En esa cesta se incluyeron medicamentos oncológicos, para la esclerosis múltiple, leucemia mieloide crónica y aguda, entre otros. La conclusión es que en casi todas las marcas los precios en Argentina son superiores a los vigentes en esos países seleccionados. En Chile, Uruguay, España e Inglaterra todos los que integran esa canasta de medicamentos de alto costo resultan sensiblemente más baratos que en Argentina. En Paraguay, donde sólo se comercializan 8 de las 18 marcas, la mitad de ellos presenta precios levemente inferiores a los vigentes en Argentina. En Brasil hay otros cuatro medicamentos que presentan precios superiores. Por ejemplo, el producto de marca comercial Sutent (oncológico) cuesta en Inglaterra un 60 por ciento más barato, el Gilenya (esclerosis múltiple) en Chile tiene un precio 32 por ciento más bajo, y el Tarceva (oncológico) en España registra un precio 44 por ciento más barato. Adquirir un envase de cada uno de los medicamentos que integran la canasta global relevada cuesta en Argentina 448.962 pesos. Si se pudieran comprar al menor precio anotado en esos otros países, el costo total sería 161.855 pesos, un 64 por ciento menos.

Tobar recomienda implantar un seguro universal “que garantice a todos los argentinos los cuidados adecuados frente a las enfermedades catastróficas, incluyendo la provisión gratuita de medicamentos”. Para ello propone que debería haber un solo comprador (el Estado) “muy bien vigilado, que obtendría precios de hasta un 80 por ciento más baratos a través de licitaciones internacionales”. Define que las enfermedades deberían ser tratadas según protocolos a los cuales médicos e instituciones de la salud (prepagas, obras sociales sindicales, PAMI, hospitales públicos) deberían ajustarse. Afirma que los recursos con que hoy opera la Administración de Programas Especiales (APE) son suficientes, que se podrían complementar con un pago mensual capitado de las prepagas que, al delegar en el Seguro Nacional de Enfermedades Catastróficas esa cobertura, resultarían aliviados en sus gastos. Por ejemplo, el Fondo Nacional de Recursos del Uruguay, que ya implementó ese sistema, cobra una mensualidad de dos dólares por cada afiliado a los seguros privados.

Otros países también encararon este tema con una fuerte intervención pública. Brasil definió que esos medicamentos serían adquiridos en forma centralizada por el Estado, captando así economías de escala en la compra. En Inglaterra existe una regulación de precios que, de aplicarse en Argentina, sería calificada de un ataque a la inversión privada, pues el Estado británico les impone a los laboratorios un tope en la rentabilidad por los nuevos medicamentos, calculado sobre el capital invertido en I+D. La mayoría de los países europeos, Australia y Canadá han incorporado en forma progresiva diversas medidas de racionalización y contención del gasto farmacéutico.

Tobar propone “acabar con las mafias de los medicamentos y al mismo tiempo avanzar hacia un modelo más justo de salud”, conquistando el acceso universal e igualitario a la cobertura de las enfermedades de menos prevalencia y mayor costo. Afirma que no es una cuestión de fondos, de conocimientos ni de tecnología, sino que “se requiere voluntad política”. Se sabe que el sistema de salud en Argentina es complejo y complicado cuando se plantea la misión de mejorarlo, pero por algún lado se empieza. Los MAC pueden ser uno de ellos.

Por Alfredo Zaiat
Fuente: Página/12
07/01/12

domingo, 1 de enero de 2012

UN FONDO NACIONAL DE ALTA COMPLEJIDAD.Propuesta circulando

Dicen que dicen...
UN FONDO NACIONAL DE ALTA COMPLEJIDAD
Ojala sea bueno. Y no sea insuficiente.
http://nacionysalud.com/node/2610

Según un diario no demasiado opositor al Gobierno, “Luciano De Cesari, ya ha terminado de redactar el proyecto por el que las prestaciones de alta complejidad quedarán directamente a cargo de un nuevo ente público", “El gobierno decidirá si la impulsa y cuándo".

La noticia solo podría ser buena. Aunque también insuficiente.

En todos los foros, y de todas las maneras posibles hemos bregado por la creación de “un fondo nacional universal de alta complejidad y alto costo solventado por las entidades de medicina prepaga, el sector publico, y las OOSS, ajustado por gasto, sin subsidios cruzados entre sectores, que intervenga de manera transversal en el sistema y que brinde las prestaciones de alto costo y alta complejidad a todos los connacionales.”

No hace mucho publicamos opiniones concordantes del Dr. Aldo Neri , y del Dr. Federico Tobar, ambos reconocidos sanitaristas y funcionarios de salud de alto rango en sucesivos gobiernos democráticos. El Plan Federal de Salud de 2007 y del 2010-16 propugnan el desarrollo de un Seguro Nacional de Enfermedades Catastróficas. En las propuestas de Acuerdos del Bicentenario también lo promovimos (Instituto Nación y Salud) junto a otras 9 medidas básicas para comenzar a trabajar en un sistema de salud más equitativo y accesible para la población.

La noticia -como decimos- sólo podría ser buena.

a) Pero podría ser insuficiente, porque algunos comentarios aseguran que el Fondo en estudio estaría restringido exclusivamente a las OOSSociales, cuando el subsector público y las prepagas necesitan indefectiblemente de este mecanismo. Cada sector ha de pagar sus gastos -claro- y no debe haber subsidios cruzados entre subsectores, pero debe ser universal. Para las OOSS será mas efectivo y eficiente que el mecanismo actual de prestaciones, en cualquier caso, ....

b) Pero es imprescindible que sea universal si quiere mantener el sector privado y ONG/OSC como actores en el sector salud, y corregir los problemas que introdujo la regulación de prepagas y que -en pòcos días más- dejará mas de 50 entidades fuera del mercado.

c) Porque existe la posibilidad y la tentación de hacerlo nuevamente como un mecanismo de reintegro -como lo es actualmente la APE - cuando lo que la población y los financiadores de los subsectores necesitan es un ente transversal PRESTADOR, que directamente “se haga cargo” del paciente cuando entre en este nivel de prestación y audite, regule, normatice, financie, contrate y pague las prácticas de alto costo ”devolviendo” el paciente al subsector cuando el problema de salud deje de ser de alta complejidad o alto costo.


La Red Argentina de Salud y la Confederación Médica de la R.A. cuentan con una experiencia de gerenciamiento y un cuerpo normativo que lleva más de 20 años en la gestión solidaria de un Fondo de Prestaciones de Alto Costo y Alta complejidad, a entera satisfacción de los financiadores adheridos, sin fines de lucro, sin subsidios cruzados y con absoluta transparencia. Seguramente que esa experiencia y el conocimiento acumulado, están a disposición de quien lo requiera.

Ojala entonces que se concrete el Fondo de Enfermedades Catastróficas. Y que sea nacional, universal y equitativo. Y que no funcione por reintegros...


Dr. Enrique De Michele (elmedicoauditor@hotmail.com)
Director
El Médico Auditor
Nación y Salud
Instituto Nación y Salud: ISUNYS

20/12/11

Una propuesta de Modelo de Salud Argentino

http://www.fsg.org.ar/20110929.htm#

http://www.fsg.org.ar/videos/20111001_tobar_lifschitz_1.html

La salud en la Argentina: más recursos, pero falta integración

Estas son dos de la principales conclusiones del trabajo presentado ayer sobre e sistema sanitario en el país, un informe realizado por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la CEPAL, y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Para la titular de la OPS, “necesitamos mucho diálogo”, y este es “un momento oportuno”.

Ante un auditorio colmado, tres de las entidades sanitarias más prestigiosas del continente presentaron un muy interesante documental y un informe sobre el sistema sanitario en la Argentina, en el cual se hizo una evaluación de los avances y los defectos a la hora de brindar salud en el país. Los especialistas coincidieron en que el sistema nacional tiene “un complejo avance”, y que desde la crisis de 2001 se vio un aumento de los recursos para sostener las instituciones. Pese a esto, alertan sobre la falta de integración de los recursos, un obstáculo para acceder a más y mejor salud.

El documental “El Sistema de Salud Argentino y su Trayectoria de Largo Plazo: logros alcanzados y desafíos futuros” es una producción de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la CEPAL, y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Las entidades, junto a especialistas nacionales, también produjeron el trabajo “Aportes para el desarrollo humano en Argentina 2011”, un informe sobre esta situación (ver adjunto). Ambos fueron presentador ayer en Capital federal, con la presencia de autoridades de las tres entidades y destacados especialistas.

Encabezando el panel de autoridades, la directora de la OPS/OMS, Mirta Roses, recordó que el sistema de salud argentino tiene muchos quiebres porque “ha atravesado quiebres políticos permanentes, producto de una historia institucional quebrada”.

En relación con la fragmentación de derechos que aborda el informe, consideró que el país no tiene un sistema de salud centrado en el ciudadano. “Argentina tiene un sistema federal pero dependiendo donde la persona vive, trabaja, o la edad que tiene ahora puede tener algún tipo de acceso y de calidad a la salud. No es un sistema que nos iguala como ciudadanos”. La directora de la OPS/OMS, a propósito de la fecha, recordó los momentos de crisis que atravesó el país en 2001, y destacó la experiencia de la Mesa del Dialogo Argentino, en el cual dicho enfoque estaba presente.

Para Roses, “necesitamos mucho diálogo y también acciones de corto plazo donde haya más concurso, evidencia e información”. Y consideró que “este es un momento oportuno porque tenemos estabilidad política y ciudadanos con ganas de participar”.

“El informe tiene la intención de generar debates y reflexión sobre los logros y los desafíos pendientes. Presenta pistas para encontrar soluciones”, señaló el representante residente del PNUD en Argentina, Martín Santiago Herrero.

La salud “es un elemento fundamental del desarrollo humano. Argentina se ubica en el puesto 45 del índice de Desarrollo Humano, ingresando en el grupo de países con desarrollo humano alto”, celebró Santiago y agregó: “La salud no es una dimensión aislada sino un componente central del progreso de nuestras sociedades”.

El representante de la OPS/OMS en Argentina, Pier Paolo Balladelli, coincidió en afirmar que “la salud es un motor del desarrollo” y manifestó que el informe “es un insumo más para la discusión sobre el sistema de salud en Argentina, un análisis lúcido que aporta al diálogo para alcanzar en el sector una buena armonización y coordinación”.

“La consigna es disminuir la segmentación y las inequidades en salud, las brechas entre las provincias de este país federal y estamos comprometidos, cada uno en su rol y funciones, a aportar hacia ese fin. Un sistema de salud con acceso de calidad es el aporte del sector y junto con los determinantes sociales de la salud contribuye al bienestar y la salud de la población argentina”, evaluó Balladelli.

A su turno, el coordinador de investigación de la publicación y ex investigador de la CEPAL, Oscar Cetrángolo, sostuvo que el documento “intenta dar un señalamiento del camino para lograr una cobertura de salud uniforme, de calidad, siguiendo la trayectoria pasada”. Y destacó una “impresionante mejora progresiva de las condiciones de vida en los últimos 145 años”.

Cetrángolo detalló que el documento inicia su recorrido con una introducción a la trayectoria de largo plazo del sistema y la descripción de la situación epidemiológica (capítulos I y II). Allí se puede observar que, el sistema de salud argentino debe enfrentar problemas aún no resueltos al mismo tiempo que debe dar respuestas adecuadas a los nuevos desafíos. La historia del sector muestra una importante mejora en términos absolutos, pero una pérdida de la posición relativa a lo largo del último medio siglo. El capítulo III, se ocupa de presentar la organización y cobertura del sistema de salud argentino.

Principales conclusiones

La oficina de la OPS en la Argentina trascribió en su página web las principales conclusiones del estudio, que se desarrollan en los distintos subtítulos:

Trayectoria de largo plazo

La Argentina ha venido atravesando, al igual que muchos otros países, una “transición epidemiológica” definida por tendencias de largo plazo, entre las que se debe destacar la disminución de la fecundidad y la prolongación de la esperanza de vida (que alteran la estructura por edades de la población), la variación de los factores de riesgo (que afecta la incidencia de las enfermedades) y el mejoramiento en la organización y la tecnología de la atención de la salud (que modifica las tasas de letalidad).

La evolución del perfil epidemiológico del país durante los últimos años muestra no sólo los diferentes problemas de salud que presenta la población sino también su distribución e intensidad. Gran parte de las diferencias en la participación relativa de las distintas causas de muerte es atribuida a la composición demográfica y de género en cada jurisdicción como así también a las condiciones socioeconómicas de cada caso.

Asimismo, pese a que existe un claro predominio de las enfermedades no transmisibles en las causas de mortalidad (tal como es el caso en países desarrollados), la presencia de enfermedades emergentes y reemergentes recuerda que Argentina lidia aún con algunos riesgos sanitarios de los países en desarrollo.

Algunas de estas enfermedades están relacionadas con el deterioro del ambiente como el dengue o el hantavirus. Otras con los hábitos alimentarios como el síndrome urémico hemolítico o la triquinosis. Pero todas ponen de manifiesto una baja en la calidad de vida.

Organización y cobertura del sistema de salud

La conformación actual del sistema argentino de salud es el resultado de una compleja evolución y, al igual que muchos países de la región, la cobertura estuvo a cargo de los subsectores públicos y de la seguridad social, además del privado. Diferentes intentos de reforma pretendieron dotar al sector de mayores niveles de articulación y coordinación pero sin mayor éxito. Ejemplo de ello es el Sistema Nacional Integrado de Salud (SNIS) en 1974 y las Leyes N° 23.660 y N° 23.661, de 1989, que propusieron la creación del Seguro Nacional de Salud. Durante la década de 1990 se realizaron reformas sectoriales con resultados insatisfactorios en términos de acceso y solidaridad.

Las políticas surgidas luego de la crisis de 2001–2002 pueden identificarse como una nueva etapa. Los años que siguieron a la crisis fueron de emergencia sanitaria, donde se pusieron en marcha programas para limitar el impacto de la crisis, como el programa Remediar y la Ley de prescripción de medicamentos por nombre genéricos. El plan Nacer, por su parte, es una innovadora iniciativa en la política de salud, ya que combina elementos de política compensatoria, expansión de cobertura e incentivos por resultados en un sistema altamente descentralizado. En paralelo a la instrumentación de políticas de emergencia, se comenzó a discutir en el Consejo Federal de Salud (COFESA) una estrategia sectorial de mediano y largo plazo.

La falta de integración entre los subsectores, público, seguridad social y privado, en los que se encuentran agrupadas las instituciones es una de las particularidades del sistema. El sector salud de Argentina se caracteriza por ser muy segmentado, heterogéneo y poco equitativo tanto en relación con la organización y financiamiento como con el acceso a los servicios. El sector público aporta a este cuadro general su división según jurisdicciones –nacional, provincial y municipal- niveles entre los cuales hace falta una mayor coordinación. Adicionalmente, dada la estructura federal del país, los gobiernos provinciales cuentan con total autonomía en materia de políticas de salud. Por este motivo, la mayor parte de las responsabilidades en la provisión de servicios se encuentra a cargo de los gobiernos provinciales y los lineamentos del nivel nacional sólo tienen un valor indicativo, por lo que cobra especial relevancia la negociación de acuerdos entre la Nación y las provincias en el marco del COFESA.

Esta diversidad determina la ausencia de un nivel único básico de cobertura asegurada por la atención pública de la salud a todos los habitantes del país. Adicionalmente, la localización de cada individuo dentro de cada jurisdicción lo coloca en una posición diferencial frente al acceso a cada unidad pública proveedora de servicios de salud.

A este cuadro se suma la diversidad de organización hacia el interior de la provisión pública en cada provincia y las dificultades para conformar sistemas coordinados

Gasto en Salud

Los recursos destinados al financiamiento del sector salud no son nada despreciables. De acuerdo con los últimos datos disponibles, el gasto total en salud era superior al 10 por ciento del PIB en 2008. En comparación con otros países de la región se observa que los niveles de gasto resultan elevados. Ello responde, principalmente, a la casi universalidad de la cobertura y a la multiplicidad de cobertura para una proporción importante de la población. De todos modos, cerca de la mitad de esos recursos son gasto privado directo y, obviamente, no se integran al financiamiento de los objetivos de la política de salud ni cumplen funciones redistributivas.

Adicionalmente, alrededor de la mitad del resto queda en manos de instituciones que, si bien no tienen fines de lucro, presentan esquemas redistributivos segmentados y en retroceso y solo parcialmente reguladas (las obras sociales y otras instituciones de la seguridad social).

Al interior del gasto público, se observa que las provincias tienen el mayor peso relativo, lo que deviene como resultado del proceso de descentralización del gasto público (más del 70 por ciento del gasto público del sector).

Contrariamente, sobresale la escasa participación que detenta el nivel nacional de gobierno (14,3), que insume una proporción del gasto público en salud inferior a la registrada en promedio por los gobiernos municipales en el mismo período (15,3 por ciento).

El grafico que sigue ilustra parcialmente la segmentación e inequidad, rasgos distintivos del sector, allí se observa que, la población que únicamente tiene acceso a la salud pública (48 por ciento del total, de acuerdo con el Censo de 2001) contrasta con la superposición de coberturas, sobre la que, lamentablemente, no existen datos oficiales y actualizados

Desafíos

El informe resalta cuatro rasgos centrales que definen el sistema argentino de salud y, simultáneamente, marcan los desafíos más importantes para superar tres tipos de fragmentación que obstaculizan la construcción de un sistema equitativo: fragmentación de derechos, regulatoria y territorial.

En primer lugar, la cobertura de los diferentes seguros es baja y, teniendo en cuenta las limitaciones de los sistemas de protección social basados en el empleo formal, no es esperable una expansión significativa y pronta. Por ello, la oferta a cargo del sector público será cada vez más importante.

En segundo lugar, la oferta pública de servicios de salud, marcada por un fuerte proceso de descentralización, reproduce los desequilibrios regionales y no logra compensar los problemas distributivos. Ello llama la atención sobre la necesidad de re-jerarquizar el rol del gobierno nacional en la compensación de las inequidades, lo que, dada la escasa participación del gasto público nacional en el sector, parece de difícil instrumentación si no se consideran modificaciones presupuestarias y la negociación de acuerdos entre Nación y provincias para potenciar los recursos disponibles mediante incentivos en el financiamiento.

En tercer lugar, a pesar de que los recursos que la sociedad argentina destina al financiamiento de la salud son cuantiosos, su fragmentación es tal que los problemas persisten.

En cuarto lugar, el sistema está débilmente coordinado y regulado. El escaso peso del gasto del gobierno nacional inhibe la coordinación y supervisión de la oferta pública.

En este marco, se plantea que solo se logrará un sistema equitativo y eficiente con una mayor articulación entre los subsectores, lo que implica una reformulación estructural del sistema de salud.
http://www.nacionysalud.com/node/2622
Fuente: miradaprofesional.com
22/12/11