lunes, 17 de enero de 2011

ESTATUTOS DEL HOMBRE

LOS ESTATUTOS DEL HOMBRE
Thiago de Mello - Traducción de Pablo Neruda 
 
Artículo 1
Queda decretado que ahora vale la vida, que ahora vale la verdad, y que de manos dadas trabajaremos todos por la vida verdadera.
 
Artículo 2
Queda decretado que todos los días de la semana, inclusive los martes más grises, tienen derecho a convertirse en mañanas de domingo.

Artículo 3
Queda decretado que, a partir de este instante, habrá girasoles en todas las ventanas, que los girasoles tendrán derecho a abrirse dentro de la sombra; y que las ventanas deben permanecer el día entero abiertas para el verde donde crece la esperanza.
 
Artículo 4
Queda decretado que el hombre no precisará nunca más dudar del hombre.  Que el hombre confiará en el hombre como la palmera confía en el viento, como el viento confía en el aire, como el aire confía en el campo azul del cielo.
 
Parágrafo:
El hombre confiará en el hombre como un niño confía en otro niño.

Artículo 5
Queda decretado que los hombres están libres del yugo de la mentira.  Nunca más será preciso usar la coraza del silencio ni la armadura de las palabras.  El hombre se sentará a la mesa con la mirada limpia, porque la verdad pasará a ser servida antes del postre.

Artículo 6
Queda establecida, durante diez siglos, la práctica soñada del profeta Isaías, el lobo y el cordero pastarán juntos y la comida de ambos tendrá el mismo gusto a aurora.

Artículo 7
Por decreto irrevocable queda establecido el reinado permanente de la justicia y de la claridad.  Y la alegría será una bandera generosa para siempre enarbolada en el alma del pueblo.

Artículo 8
Queda decretado que el mayor dolor siempre fue y será siempre no poder dar amor a quien se ama, sabiendo que es el agua quien da a la planta el milagro de la flor.

Artículo 9
Queda permitido que el pan de cada día tenga en el hombre la señal de su sudor.  Pero; que sobre todo tenga siempre el caliente sabor de la ternura.

Artículo 10
Queda permitido a cualquier persona a cualquier hora de la vida el uso del traje blanco.

Artículo 11
Queda decretado, por definición, que el hombre es un animal que ama, y que por eso es bello, mucho más bello que la estrella de la mañana. 
 
Artículo 12
Decretase que nada estará obligado ni prohibido.  Todo será permitido.  Inclusive jugar con los rinocerontes, y caminar por las tardes con una inmensa begonia en la solapa.

Parágrafo:
Sólo una cosa queda prohibida: amar sin amor.

Artículo 13
Queda decretado que el dinero no podrá nunca más comprar el sol de las mañanas venideras.  Expulsado del gran baúl del miedo, el dinero se transformará en una espada fraternal, para defender el derecho de cantar y la fiesta del día que llegó.
 
Artículo Final
Queda prohibido el uso de la palabra libertad, la cual será suprimida de los diccionarios y del pantano engañoso de las bocas.  A partir de este instante, la libertad será algo vivo y transparente, como un fuego o un río, o como la semilla del trigo y su morada será siempre el corazón del hombre.
 
Thiago de Mello   

lunes, 10 de enero de 2011

MAIMONIDES

Moshé ben Maimón o Musa ibn Maymun, también llamado desde el Renacimiento Maimónides ("hijo de Maimon") o RaMBaM, conocido entre los cristianos como Rabí Moisés el Egipcio (1135, Córdoba - 1204, Fustat, Egipto),fue el médico, rabino y teólogo judío más célebre de la Edad Media. Tuvo una enorme importancia como filósofo en el pensamiento medieval.
Nació en Córdoba, al-Ándalus, el 30 de marzo de 1135,[1] en una familia de jueces rabínicos, estudiosos y dirigentes comunitarios, documentada desde el siglo X y que pretendía descender del Rabí Yehudá ha-Nasí, de la (segunda mitad del siglo II), redactor de la Mishná. Su familia materna, por el contrario, era de humilde condición; su madre era la hija de un carnicero que murió al darle a luz, y su padre se volvió a casar. Era éste un erudito formado en Lucena por Rabí Yosef ha-Leví ibn Migash. Inició ya de pequeño sus estudios bíblicos y talmúdicos en la ciudad de Córdoba, pero en 1148 una ola de fanatismo almohade hizo que su familia tuviera que aparentar su conversión al Islam y cambiar a menudo de residencia por la España musulmana. Vivió en la ciudad de Almería, donde dio cobijo en su casa a su maestro Averroes, hasta trasladarse en 1160 con sus hijos a Fez. Allí residió durante sólo cinco años, debido a la intolerancia almohade que les obligó a exiliarse, primero durante unos meses, en Palestina y finalmente en Egipto. Maimónides residió allí el resto de su vida junto a su familia, en la ciudad de Alejandría y después en Fustat (hoy El Cairo, Egipto), donde se ganó la vida ejerciendo la medicina en la corte del visir Saladino, y luego en la del visir al-Fadl, hijo mayor de Saladino. Con este oficio obtuvo una gran fama y admiración popular. En 1177 fue nombrado dirigente de la comunidad judía de Egipto. Murió en Al-Fustat el 13 de diciembre de 1204. Posteriormente su tumba fue trasladada a Tiberíades, en el actual Israel.
Aunque ésta fuera muy discutida por el judaísmo, entre otras razones por su fuerte oposición al misticismo de los cabalistas y su influencia aristotélica, se le considera la mayor figura posbíblica (según el proverbio "De Moisés a Moisés no hubo otro Moisés"). En ciertos ámbitos más conservadores se le llegó a considerar hereje de su religión, en especial, por ser el responsable de convencer a los caraístas de apartarse de sus prácticas originales, y acercándolos al judaísmo rabínico.
Fue muy conocido por sus coetáneos como médico, dejando una importante huella en la tradición popular que muestra a Maimónides, sobre todo, como un médico a quien se atribuyen milagros que le elevan al nivel de santo, un sabio juez y un rabino.


OBRA

En su juventud escribió poesías religiosas y una epístola en árabe.

Sobre sus conocimientos en medicina escribió un buen número de tratados, como el que dedicó al sultán Saladino, el Tratado sobre los venenos y sus antídotos el año 1199, al hijo del sultán, Al-Fadl, Guía de la buena salud (1198) y la Explicación de las alteraciones (1200).

Sus obras mayores de tema rabínico (talmúdico) son dos: un comentario en árabe de la Mishná, El Luminar (1168), también titulado Libro de la elucidación, y la Segunda ley o Repetición de la ley del año 1180, que constituye su obra magna y consiste en una amplia y minuciosa recopilación por materias de todas las leyes y normas religiosas y jurídicas de la vida judía (es decir, del Talmud).

Estas obras tuvieron mucha fama y le otorgaron numerosos discípulos. También es autor de obras filosóficas de gran peso en el pensamiento medieval, escritas durante los últimos años de su vida, como el Tratado sobre la resurrección de los muertos (1191).

La guía de perplejos (1190), mal apodada Guía de los descarriados, es la clave de su pensamiento filosófico y ejerció una fuerte influencia en círculos tanto judíos como cristianos y sobre todo escolásticos.

En ella establece una conciliación entre la fe y la razón dirigida a quienes vacilan entre las enseñanzas de la religión judía y las doctrinas de la filosofía aristotélica que entonces imperaban, demostrando que no hay contradicción en los puntos en que fe y razón parecen oponerse. Es decir, una conciliación entre el sentido literal de las escrituras y las verdades racionales, acudiendo a la interpretación alegórica en casos de conflicto.

Fue así que surgieron polémicas por parte de "antimaimonistas" —básicamente, por parte de un grupo de musulmanes que pretendían una lectura literal del Corán, los mutallajim— que lo tacharon de racionalista. A pesar de ello fue una obra muy comentada y de gran influencia en el mundo musulmán y la escolástica cristiana, por ejemplo en Santo Tomás de Aquino.

Como judío en territorio islámico tuvo una vasta formación en ambas culturas: la tradicional judía y la árabe profana (con sus incorporaciones de la griega), a partir de las enseñanzas de su erudito padre Maimum, por lo que escribió obras tanto en hebreo como en árabe, en una prosa que se caracteriza sobre todo por la sistematización y la claridad expositiva.

De Maimónides surge el movimiento intelectual judaico de los siglos XIII y XIV que se extendió por España y el sur de Francia. Partidario del realismo teológico ha llegado a ser considerado precursor de las ideas de Spinoza, pero filosóficamente no se le considera muy original por seguir básicamente a Aristóteles, apartándose de él en puntos que parecen contradictorios a las creencias y tradiciones judías. Por lo tanto, su carácter es conciliador.

EL CODIGO DE MAIMONIDES O MISHNE TORA
En el texto de Mishne Tora se agregaron con el correr de los años numerosos errores como será, en el texto de cada precepto, en sus divisiones o en comentarios. Las razones de los errores son de transcripción, que quedaron fijos en el texto. Ediciones en las cuales algunos de los transcriptores “corrigieron” el texto según su entendimiento y la censura de la Iglesia en ciertas naciones europeas (Hashkenaz) que alteró todas las referencias a ella y a sus puntos de vista (por ejemplo en las relaciones matrimoniales) del texto original. Si agregamos a esto el hecho de que el propio Maimónides corrigió el texto en varias oportunidades, nos encontraremos con que el texto actual no representa el original escrito por Maimónides.

Con el propósito de dilucidar el texto correcto y exacto, es necesario basarse en manuscritos y ediciones exactas, que no fueron influenciadas por los transcriptores ni por la censura. En numerosas oportunidades las versiones incorrectas fueron la causa de interrogantes sobre las palabras de Maimónides en su obra El Código de Maimónides, y en cuanto se dilucidó el error en el texto las interrogantes pasaron a ser irrelevantes.

Desde mediados del siglo XX se han impreso cuatro ediciones científicas de la obra:

La edición de Sabetai Frenkel. Edición en la cual hay comentaristas clásicos junto con otros, y asimismo un conjunto complejo de índices. Hasta ahora se han impreso todos los libros (la obra está dividida en 14 partes según temas. Cada una es llamada “libro”) excepto el libro del Amor (Ahava).
La edición del Rabino Iosef Kapaj. Edición basada fundamentalmente en manuscritos yemenitas a la que le fue agregada un resumen de los esclarecimientos de los comentaristas de Maimónides en el transcurso de las generaciones.
La edición “Mano Simple” (Yad Pshuta) del Rabino Nahum Eliezer Rabinovich. Edición basada en varios manuscritos (que cambian de tomo en tomo según su exactitud) con un agregado de comentarios originales. Hasta hoy se ha impreso aproximadamente la mitad de la obra.
La edición “El Código de Maimónides Exacto” del Rabino Itzjak Shilat. Edición sin comentarios en la cual se encuentran las versiones más conocidas contrapuestas y revisadas. Hasta el momento se editaron cuatro tomos. El plan original es editar dos tomos por año.
La edición que presenta las versiones basadas en manuscritos sin ningún comentario, con numerosos índices y en un único tomo (1000 páginas), fue editada por “Yeshivat Or VeYeshua” Mishne Tora en un solo tomo con 8 índices. La edición presenta la versión exacta y revisada del texto basada en la edición del Rabino Iosef Kapaj e incluye las diferencias de versiones más importantes respecto de las ediciones más renombradas.

En el marco del “Proyecto Mishne Tora (El Código de Maimónides)” de la Yeshivat Or VeYeshua, está planeada la edición de una versión de bolsillo, comentada según distintas obras de Maimónides. Hasta el momento fue editado el Libro del Conocimiento.

GUIA DE PERPLEJOS
En Guía de perplejos se encuentra todo su pensamiento filosófico. Las ideas que muy probablemente influyeron a Alfonso de la Torre en la Visión deleitable son:

Maimónides distingue tres grupos de seres creados:
los minerales, las plantas y los seres vivos (incluyendo al hombre), compuestos de materia y forma perecederas.
Las esferas y las estrellas, en las cuales la forma es permanente.
Los seres dotados de forma, pero sin materia, como son los ángeles.
Admite la creación como un acto conforme a la esencia divina, el cual abarca todos los seres, no tiene otro fin que a sí mismo y por lo tanto su duración es ilimitada.
Prueba la existencia de Dios a partir de argumentos aristotélicos, y afirma su unidad e incorporeidad.
El alma es una en esencia, pero tiene cinco facultades: la fuerza vital, los sentidos, la imaginación, el apetito (pasiones y voluntad) y la razón (libertad y entendimiento).
El entendimiento es la facultad que caracteriza al hombre, pero las demás le son comunes con la mayor parte de los animales. Éste puede ser pasivo (entendimiento material que sufre la acción de la vida orgánica, es inseparable del cuerpo e individual) o activo (adquirido o comunicado, separado del cuerpo).
Habla del estado profético, constituido por una iluminación superior a lo que cada uno puede aspirar que produce el máximum de ciencia y dicha, entendiendo la profecía como una emanación de Dios que se extiende por medio del intelecto a la facultad racional y después sobre la facultad imaginativa.
El hombre es libre y la libertad es una función de la inteligencia, y este intelecto, como forma del alma humana, es inmortal porque no necesita del alma para sus operaciones, sino que entiende separado absolutamente del cuerpo.
La resurrección de los cuerpos se debe a la fe pero la razón no la puede demostrar aunque tampoco negar y la admite como un milagro compatible con la creación.
El entendimiento constituye el verdadero fondo de nuestro ser, la parte inmortal del hombre y por eso el hombre debe encaminar todos sus actos a obtener la perfección suprema de esta facultad mediante el conocimiento de Dios; conocer y amar a Dios es el fin último de la vida.
El hombre es libre y esta libertad, actuando como tal, puede por sus solas fuerzas realizar el bien desinteresadamente.

ORACIÓN DE MAIMÓNIDES

Oh Dios, llena mi alma de amor por mi arte y por todas las criaturas.



Que no admita que la sed de ganancia y el afán de gloria me influencien en el ejercicio de mi arte, porque los enemigos de la verdad y del amor de los hombres podrían fácilmente hacerme abusar y apartarme de hacer bien a tus hijos.

Sostén la fuerza de mi corazón para que esté siempre pronto a servir al pobre y al rico, al amigo y al enemigo, al bueno y al malo.

Haz que no vea en el hombre más que al que sufre.

Que mi espíritu se mantenga claro en el lecho del enfermo, que no se distraiga por cualquier pensamiento extraño, para que tenga presente todo lo que la experiencia y la ciencia le enseñaron; porque grandes y sublimes son los progresos de la ciencia que tienen como finalidad conservar la salud y la vida de todas las criaturas.

Haz que mis pacientes tengan confianza en mí y en mi arte y que sigan mis consejos y prescripciones.

Aleja del lecho de mis pacientes a los charlatanes, al ejército de parientes que dan mil consejos y a aquéllos que saben siempre todo; porque es una injerencia peligrosa que, por vanidad, hace malograr las mejores intenciones y lleva muchas veces a la muerte.

Si los ignorantes me censuran y escarnecen, otórgarne que el amor de mi arte, como una coraza, me torne invulnerable, para que pueda perseverar en la verdad sin atender al prestigio, al renombre y a la edad de mis detractores. Otórgame, Dios mío, la indulgencia y la paciencia necesaria al lado de los pacientes apasionados o groseros.

Haz que sea moderado en todo, pero insaciable en mi amor por la ciencia. Aparta de mí la idea de que lo puedo todo.

Dame la fuerza, la voluntad y la ocasión para arnpliar cada vez más mis conocimientos.

Que pueda hay descubrir en mi saber cosas que ayer no sospechaba, porque el arte es grande, pero el espíritu del hombre puede avanzar siempre más adelante.

LOS CONSEJOS QUE ESCULAPIO APARTO

Quieres ser médico?, Hijo mío:
Es una hermosa profesión que debería ser practicada, no solamente por personas sabias y profesionalmente bien calificadas sino, además, honradas y decentes.


Ante todo, piensa en cómo puedes servir antes de pensar en la forma en que crees que debes ser retribuido; reflexiona primero en lo que puedes ser capaz de hacer por los demás y por tu patria, antes de calcular lo que has valorado como tus merecimientos y en lo que los demás y tu patria pueden hacer por ti.


Si eliges la medicina como profesión, no lo hagas pensando en que puede ser un oficio remunerativo y destierra de tu mente todo afán de lucro. Nunca saques ventajas de tu profesión ni admitas un solo centavo por un servicio prestado. Aunque el símbolo de la Medicina y el de Hermes Mercurio, que sirve de divisa a los comerciantes, tienen cierto parecido, el médico no debe nunca confundirse y pensar en ejercer su profesión con el espíritu de un mercader. Por el solo hecho de haber nacido, todo hombre tiene derecho al trabajo, la alimentación, la educación y a la atención médica. Cobrar por la prestación de un derecho propio e inalienable, equivale a delinquir. La Historia señala claramente la dirección en la cual se mueve la Medicina para que todos sus recursos científicos puedan ponerse al servicio de la comunidad, ya que el ejercicio privado de la misma no puede satisfacer las necesidades de la salud del pueblo en nación alguna, por muy rica y poderosa que ésta sea.


No obstante, los enfermos, o sus familiares sinceramente agradecidos y sin ánimo de especular con su obsequio u obtener privilegios a cambio, te asediarán tenazmente. Ten la sabiduría de aprender a reconocer cuándo tu reluctancia ofende y cuándo tu aquiescencia no te compromete. Aprende a identificar el momento en que tu beneplácito deja impoluta tu probidad; pero recuerda que el más largo de los caminos comienza siempre por el primer paso.
Mantén absoluta reserva con relación al diagnóstico de todos los pacientes y a cualquier revelación que puedan hacerte durante el ejercicio de tu profesión. Los enfermos y familiares descorrerán, poco a poco, los cerrojos que guardan con celo en el fondo de sus almas los más recónditos y a veces ominosos secretos, que quedarán ante ti tan visibles como un libro abierto; accederán a que traspases los límites ignotos de lo arcano y ello te permitirá desvelar lo que para el resto de los hombres será siempre un enigma.
Si eres llamado al hogar de algún enfermo para prestar tus servicios no es levantado para el espíritu husmear en los detalles de sus interioridades. Cumple tu misión con sencillez y con amor y cuando hayas terminado, da por finalizado tu trabajo y despídete con elegancia, porque el cotilleo es una cualidad que solo germina saludablemente en las almas ruines y miserables.
Aleja la lujuria de tu práctica profesional, ya que no es posible congeniar la lascivia con el espíritu científico y los instintos libidinosos son ajenos a la práctica de la medicina. Hay tiempo y lugar para cada cosa.
Debes saber que para llegar al diagnóstico correcto de una enfermedad deberás relacionarte estrechamente con tus pacientes que, por lo regular, son personas no avezadas en la ciencia médica, que suelen conceder singular importancia a los aspectos menos relevantes de su padecimiento y es mediante tu interrogatorio que deberás apartar la hojarasca superflua, para descubrir los indicios que te lleven a esclarecer las causas del mal que los aqueja. Esta es una tarea que requiere infinita paciencia.
Al igual que el interrogatorio, el examen físico es un aspecto primordial del método clínico; por ello deberás inclinarte sobre cuerpos enfermos, a veces, pustulosos y respirar muy de cerca el aliento malsano de aquellos que han sido presa de alguna dolencia; palpar su piel sudorosa por la fiebre y, en ocasiones, examinar detenidamente su orina y su excremento —su cantidad, color, consistencia, y hasta su olor—, porque eso puede proporcionar datos de valor inapreciable para establecer un buen diagnóstico.
Ten en cuenta que tu vida, si quieres ser un buen médico, tendrás que consagrarla por entero al ejercicio de tu profesión, que atenderás pacientes con graves enfermedades que requieren atención urgentemente y ello puede ocurrir a cualquier hora del día o de la noche. Por otra parte, con no poca frecuencia, en tus horas de asueto, durante las que te solazas con familiares y amigos, serás interpelado por pacientes que debido a la gran preocupación que les concita su dolencia, te interrumpirán y reclamarán tu consejo o tu atención. Adviérteles que una buena consulta médica requiere un local apropiado y privacidad y así los educarás; pero reflexiona, cuando enfrentes estas situaciones, en la confianza que están depositando en ti y en las horas que, quizás, deben invertir para llegar hasta un lugar donde un médico los atienda y en otras tantas de espera antes de obtener una consulta. Piensa que, probablemente, ellos están a su vez abrumados por múltiples ocupaciones laborales y familiares. Sé benévolo por muy inapropiada y fuera de contexto que sea la solicitud de que has sido objeto y cuando se te agote la paciencia... ¡busca más paciencia! En todo caso, una respuesta brusca o descompuesta, o simplemente un rechazo, te acarrearía aún más dificultades y conflictos que una conducta indulgente. Por añadidura, podrían injustamente valorarte por ese mal momento, en vez de por el resto de las horas que consagras con devoción a la atención de tus enfermos. No olvides, que las heridas que inflinge la palabra suelen tener una cicatrización lenta y difícil.
No es de extrañar, que debas atender a enfermos de diferente rango y posición social, gentes de muy disímil profesión. Unos quizás sean ricos y poderosos, otros pobres y desvalidos; unos afamados intelectuales, altos dirigentes, ministros o tal vez, incluso, jefes de estado —ya que es de esperar que la jerarquía de algunos de tus pacientes aumente en la misma medida que la fama que te proporcionará tus conocimientos—; otros serán simples empleados, obreros, campesinos o amas de casa. Cuando se trate de la atención de un enfermo, para ti no debe haber diferencia entre aquel que ostente el bastón de un mariscal y los que empuñen el machete del campesino o el martillo del obrero. Préstales a todos la misma atención. Ésa, solícita y gentil que te gustaría que te dispensaran a ti mismo o a alguno de tus familiares más allegados, indefenso y enfermo. Unos podrán tener mayores oportunidades que los otros de disfrutar de los placeres materiales que la vida consigue proporcionar y tendrán la facultad de pagar tus auxilios no solo en dinero, sino con favores, que a veces no se pueden comprar ni con toda la riqueza de la tierra. Lo que a todos les está vedado adquirir es el poder de sobreponerse a lo efímero de la existencia, pues a cada uno de ellos la vida les depara, como destino final, una muerte segura. Atiéndelos a todos como lo que son, seres humanos que te necesitan, y que ante la sola idea de una cita con la parca, tiemblan de pavor como cervatillos acorralados. El valor, atributo de unos pocos, radica precisamente en ser más fuerte que este sentimiento de desamparo que es ineluctable.
Recuerda que nuestra especie, la humana, es única e indivisible en nuestro planeta —lo que constituye uno de sus rasgos distintivos con relación a otras especies—; que genómicamente no existen diferencias entre unos hombres y otros, sino solo en el color de su piel o de sus ojos, la textura de su pelo y algunas de las facciones de sus rostros; que no importa que no se parezcan físicamente a ti; que hombre es más que blanco, más que negro, que mulato, que indio, que amarillo o asiático, más que europeo, más que americano, más que árabe, más que hindú; que cuando se dice, hombre, ya se han dicho todos los derechos y que uno de los más elementales, es el derecho a la atención médica.


Ten en cuenta, que tu sola presencia sirve de aliento a un paciente y a sus familiares, y que una palabra o simplemente un gesto tuyo, puede marcar la insalvable diferencia entre la esperanza y la desolación. Tu poder no tiene comparación con ningún otro sobre la faz de la tierra.
Vístete bien y preséntate en todos los lugares correctamente ataviado y muy limpio; la higiene, que previene las enfermedades, comienza por la limpieza. Nunca atiendas a un paciente sin una bata blanca, apropiada para la ocasión, que es un símbolo que te otorga un respeto sobrecogedor, capaz de inspirar más deferencia que el cetro o la corona de un monarca. Por eso, las pacientes, a veces jóvenes y atractivas, se desvestirán ante una simple indicación tuya durante una consulta, y los boxeadores, los luchadores de sumo, los generales entorchados con condecoraciones adquiridas a golpes de heroísmo, y hasta los más feroces criminales a quienes todos temen, consentirán en que introduciendo tu dedo en sus orificios anales, procedas a realizarles sendos tactos rectales.
Mientras sinsontes y ruiseñores inundan alegremente con sus trinos la mañana, hay cuervos de cuyos picos abiertos y voraces se desprenden desmañados graznidos. Al mismo tiempo que tú te desvelas, combates las enfermedades y alivias el sufrimiento; otros, cuyo poder es inmenso, dedican sus energías a urdir tramas macabras para despojar a otros hombres de su libertad o sus riquezas, para arrebatarles su independencia y los recursos naturales que posee su nación, y así, incrementar su poder. Como resultado de estas aviesas ambiciones se producen constantemente guerras en las que mueren o quedan mutiladas y psíquicamente afectadas de manera permanente miles de personas, muchas de ellas, en la flor de la juventud. Junto a las guerras se suceden, como jinetes apocalípticos, el hambre, la miseria y las enfermedades por lo que, finalmente, nadie queda a salvo, ya sean ancianos, mujeres o niños, que aportan más víctimas que los soldados regulares, porque las bombas —aunque sean de aquellas que hoy en día, no sin una buena dosis de sarcasmo, llaman “inteligentes”— y otras armas de destrucción masiva no respetan ni la edad, ni el sexo.
Si ejerces la medicina en un país imperial, tus gobernantes te llamarán algún día, para que emplees tu sabiduría en atenuar el sufrimiento de aquellos que ellos mismos han condenado. Ten presente entonces, con entera claridad, que hay por un lado, guerras justas y necesarias que son las que emprenden los pueblos en aras de su liberación e independencia o en defensa de su soberanía cuando son agredidos; y, por otro, guerras injustas que son las que desatan los oligarcas, en su soberbia, para acrecentar su poder y su riqueza; estos hombres poseídos por demoníacas ambiciones, son los que se convierten en fieras; muy injusto, errático y poco enaltecedor sería culpar al género humano en su conjunto por las acciones de un puñado de criminales.


Puedes tener la absoluta seguridad de que no será siempre así, que la maldad, el egoísmo y las guerras serán desterradas para siempre de la faz de la tierra y ten presente que la creencia de que un mundo mejor es posible, no es una quimera irrelevante y absurda, sino un futuro cierto.
Los pueblos liberados odian la guerra y necesitan la paz para construir su futuro y desarrollarse. La alborada del día en que la humanidad actuando de consuno se pondrá de pie, emplazará a todos los imperios y derribará a los tiranos presuntuosos y ávidos de recursos naturales que no les pertenecen, que son los que generan las guerras porque se benefician con ellas; está más próxima en el tiempo que remota, y así, el mundo será mejor. Mientras tanto, sirve honrosamente a tu patria y no vendas tus conocimientos a los enemigos de tu pueblo.
Recuerda la valentía de Hipócrates en el momento en que levantó su estatura moral más que nunca: cuándo Artajerjes, rey de los Persas y enemigo jurado de los griegos, le ofreció colosales riquezas para traicionar a su país y ayudar a controlar una epidemia que diezmaba el ejército persa; el genial médico griego se negó resueltamente y dejó muy claro que jamás brindaría ayuda a los enemigos de su patria. Con esto se inmortalizó eternamente ya que el profesional de la salud que comete la iniquidad de vender sus servicios al enemigo o traiciona a su patria movido por la obtención de riquezas y bienes materiales, aunque tenga una calificación académica y científica elevadísima, es un hombre ruin, bajo e indigno. Ten siempre vivas en tu memoria las palabras de Louis Pasteur cuando exclamó: "Me sentiría como un desertor si yo buscara lejos de mi país una situación material mejor que la que éste puede ofrecerme". "Si la ciencia no tiene patria, el hombre de ciencia sí la tiene".
Presta tus servicios en una guerra justa de liberación —cuando ese momento llegue— y enfréntate con decisión, cueste lo que cueste, a los que pretendan involucrarte en una guerra injusta para oprimir y ultrajar a otros pueblos.
No debes ignorar que se practica con encono singular el proyecto de la dominación del mundo por parte de un imperio implacable y egoísta, que no vacila en emplear los más refinados métodos de divulgación y propaganda para conseguirlo. Estos procedimientos van orientados a ofrecer a los moradores de nuestro planeta una imagen simpática y hábilmente condimentada de los valores culturales y éticos de los conquistadores, que a veces llega a deslumbrar a los incautos, en cuyas mentes germinan las fantasías más descabelladas; son gentes que tienen la costumbre de mirar solo la epidermis, es decir, las apariencias exteriores de las cosas y no han aprendido a ver el corazón, que es como decir el centro, lo más profundo de ellas, que es lo que revela su esencia verdadera. Con sutiles embustes, se burlan de los ideales de progreso y de mejoramiento humano de grupos sociales con precario nivel de vida, algunos de cuyos integrantes no tienen la ilustración suficiente y la conciencia necesaria para darse cuenta de que son objeto de la más vulgar manipulación de sus ilusiones y que su falta de perspicacia y de visión, asociadas a sus ansias de ver satisfechos sus anhelos, pueden traer —en el marco de un contexto determinado— trágicas consecuencias a su propio pueblo. Ese imperio omnipresente y avasallador es, sin dudas, el peor enemigo de la humanidad.
Pero, ten en cuenta sobre toda otra consideración, que si llegas a alcanzar tus aspiraciones de hacerte médico y perteneces a un país pequeño, los valores de una nación no se miden por las dimensiones de sus fronteras, sino por la belleza de los ideales que defiende. Una nación desbordante de dignidad y de orgullo es siempre una nación grande. Sin embargo, el juicio de ciertos sectores de opinión de nuestro planeta es, lamentablemente, manipulado de manera inmisericorde por grandes empresas transnacionales que se valen de los medios masivos de difusión como la radio, la televisión, el cine y la prensa escrita, en un esfuerzo mediático colosal, no solo de desinformación, sino también, de colonización cultural. Por eso, tus acciones pueden ser tergiversadas por algunos y cuando honrada y desinteresadamente acudas a un país lejano a ofrecer tus servicios, prolongar la vida y aliviar el dolor de otros seres humanos, corres el riesgo de ser acusado en el mejor de los casos de mercenario, cuando no de agente de inteligencia o de asesino sin escrúpulos o conspirador contra la seguridad del país en que te encuentres. Nada de eso debe doblegar tu voluntad ni entibiar tu ánimo. Por el contrario, piensa que las blasfemias que un enemigo artero y despiadado lanza, como dardos envenenados contra ti, constituyen los mejores elogios y el más seguro aval de que tu actuación es adecuada y loable.
Tu conducta debe ser siempre pulcra y recta, ya que los demás verán en ti el conjunto de valores que tu pueblo defiende y representa.
La medicina es la más pura y humana de las profesiones, por lo que nunca te arrepentirás de haberla elegido. Gracias a ella, jamás estarás solo, recibirás a caudales por ti nunca sospechados el agradecimiento de tus pacientes y el reconocimiento social de toda una nación junto a la infinita solidaridad de tu pueblo, ¡y será tanta!... que pensarás no merecerla, porque tu virtud descansará, únicamente, en haber cumplido con tu deber.
Si estás hecho con la fibra de los patriotas verdaderos...
Si prefieres compartir las ideas de los grandes humanistas de todos los tiempos...
Si eliges sufrir parte de las angustias y desvelos de los grandes fundadores de pueblos...
Si aceptas la necesidad de luchar contra las, arpías, grayas y demonios terrenales, más tangibles que aquellos que se alojan en los avernos…
Si ansías conocer al hombre y penetrar en toda la grandeza de su destino...
Si compartes el ideal de que un mundo mejor es posible…
Si persistes en tu decisión de aprender con fervor y seriedad la medicina y te encuentras con fuerzas para hacerle frente a todas las adversidades...
Solo entonces, ¡Hazte médico, Hijo Mío!
Te deseo una larga vida... Si lograras conservarte limpio y puro hasta el fin de tus días, tu obra no será entonces, grande. ¡Será sublime!

Dr. Miguel González-Carbajal Pascual Especialista de 2do grado en Gastroenterología Profesor Auxiliar de Gastroenterología Investigador Auxiliar Jefe del Departamento de Endoscopia del Instituto Cubano de Gastroenterología email:carbajal@infomed.sld.cu

CONSEJOS DE ESCULAPIO

CONSEJOS DE ESCULAPIO
¿Quieres ser médico, hijo mío?

¿Has pensado bien en lo que ha de ser tu vida? Tendrás que renunciar a la vida privada; mientras la mayoría de los ciudadanos pueden, terminada su tarea, aislarse lejos de los inoportunos, tu puerta quedará siempre abierta a todos; a toda hora del día o de la noche vendrán a turbar tu descanso, tus placeres, tu meditación; ya no tendrás hora que dedicar a la familia, a la amistad o al estudio; ya no te pertenecerás.

Los pobres, acostumbrados a padecer, no te llamarán sino en casos de urgencia; pero los ricos te tratarán como esclavo encargado de remediar sus excesos; sea porque tengan una indigestión, sea porque estén acatarrados; harán que te despierten a toda prisa tan pronto como sientan la menor inquietud, pues estiman en muchísimo su persona. Habrás de mostrar interés por los detalles más vulgares de su existencia, decidir si han de comer ternera o cordero, si han de andar de tal o cual modo cuando se pasean. No podrás ir al teatro, ausentarte de la ciudad, ni estar enfermo; tendrás que estar siempre listo para acudir tan pronto como te llame tu amo.

Eras severo en la elección de tus amigos; buscabas a la sociedad de los hombres de talento, de artistas, de almas delicadas; en adelante, no podrás desechar a los fastidiosos, a los escasos de inteligencia, a los despreciables. El malhechor tendrá tanto derecho a tu asistencia como el hombre honrado; prolongarás vidas nefastas, y el secreto de tu profesión te prohibirá impedir crímenes de los que serás testigo.

Tienes fe en tu trabajo para conquistarte una reputación; ten presente que te juzgarán, no por tu ciencia, sino por las casualidades del destino, por el corte de tu capa, por la apariencia de tu casa, por el número de tus criados, por la atención que dediques a las charlas y a los gustos de tu clientela. Los habrá que desconfiarán de ti si no gastas barbas, otros si vienes de Asia; otros si crees en los dioses; otros, si no crees en ellos.

Te gusta la sencillez; habrás de adoptar la actitud de un augur. Eres activo, sabes lo que vale el tiempo, no habrás de manifestar fastidio ni impaciencia; tendrás que soportar relatos que arranquen del principio de los tiempos para explicarte un cólico; ociosos te consultarán por el solo placer de charlar. Serás el vertedero de sus disgustos, de sus nimias vanidades.

Sientes pasión por la verdad; ya no podrás decirla. Tendrás que ocultar a algunos la gravedad de su mal; a otros su insignificancia, pues les molestaría. Habrás de ocultar secretos que posees, consentir en parecer burlado, ignorante, cómplice.

Aunque la medicina es una ciencia oscura, a quien los esfuerzos de sus fieles van iluminando de siglo en siglo, no te será permitido dudar nunca, so pena de perder todo crédito. Si no afirmas que conoces la naturaleza de la enfermedad, que posees un remedio infalible para curarla, el vulgo irá a charlatanes que venden la mentira que necesita.

No cuentes con agradecimiento; cuando el enfermo sana, la curación es debida a su robustez; si muere, tú eres el que lo ha matado. Mientras está en peligro te trata como un dios, te suplica, te promete, te colma de halagos; no bien está en convalecencia, ya le estorbas, y cuando se trata de pagar los cuidados que le has prodigado, se enfada y te denigra.

Cuanto más egoístas son los hombres, más solicitud exigen del médico. Cuanto más codiciosos ellos, más desinteresado ha de ser él, y los mismos que se burlan de los dioses le confieren el sacerdocio para interesarlo al culto de su sacra persona. La ciudad confía en él para que remedie los daños que ella causa. No cuentes con que ese oficio tan penoso te haga rico; te lo he dicho: es un sacerdocio, y no sería decente que produjera ganancias como las que tiene un aceitero o el que vende lana. Te compadezco si sientes afán por la belleza; verás lo más feo y repugnante que hay en la especie humana; todos tus sentidos serán maltratados. Habrás de pegar tu oído contra el sudor de pechos sucios, respirar el olor de míseras viviendas, los perfumes harto subidos de las cortesanas, palpar tumores, curar llagas verdes de pus, fijar tu mirada y tu olfato en inmundicias, meter el dedo en muchos sitios. Cuántas veces, un día hermoso, lleno de sol y perfumado, o bien al salir del teatro, de una pieza de Sófocles, te llamarán para un hombre que, molestado por los dolores de vientre, pondrá ante tus ojos un bacín nauseabundo, diciéndote satisfecho: "Gracias a que he tenido la preocupación de no tirarlo". Recuerda, entonces, que habrá de parecer que te interese mucho aquella deyección. Hasta la belleza misma de las mujeres, consuelo del hombre, se desvanecerá para ti. Las verás por las mañanas desgreñadas, desencajadas, desprovistas de sus bellos colores y olvidando sobre los muebles parte de sus atractivos. Cesarán de ser diosas para convertirse en pobres seres afligidos de miserias sin gracia. Sentirás por ellas más compasión que deseos. ¡Cuántas veces te asustarás al ver un cocodrilo adormecido en el fondo de la fuente de los placeres!

Tu vida transcurrirá como la sombra de la muerte, entre el dolor de los cuerpos y de las almas, entre los duelos y la hipocresía que calcula a la cabecera de los agonizantes; la raza humana es un Prometeo desgarrado por los buitres.

Te verás solo en tus tristezas, solo en tus estudios, solo en medio del egoísmo humano. Ni siquiera encontrarás apoyo entre los médicos, que se hacen sorda guerra por interés o por orgullo. Únicamente la conciencia de aliviar males podrá sostenerte en tus fatigas. Piensa mientras estás a tiempo; pero si indiferente a la fortuna, a los placeres de la juventud; si sabiendo que te verás solo entre las fieras humanas, tienes un alma bastante estoica para satisfacerse con el deber cumplido sin ilusiones; si te juzgas bien pagado con la dicha de una madre, con una cara que te sonríe porque ya no padece, o con la paz de un moribundo a quien ocultas la llegada de la muerte; si ansías conocer al hombre, penetrar todo lo trágico de su destino, ¡hazte médico, hijo mío!

Ajuste Social


"No es saludable estar bien ajustado
a una sociedad profundamente enferma"

Jiddu Krishnamurti

LOS DOS SÍMBOLOS DE LA MEDICINA

La Vara de Esculapio y el Caduceo

Realmente son dos los emblemas de la medicina. El ortodoxo y verdaderamente válido es la Vara de Asclepio (*), o Vara de Esculapio que usted observa en la fotografía
Asclepio de los griegos o Esculapio de los romanos, era el Dios de la medicina, venerado en varios templos. Sus atributos eran representados por una serpiente que se encontraba enrollada en un bastón o vara.
El nudo indica las dificultades de a ciencia. La vara es símbolo de poder
El símbolo más común es el de la serpiente, animal que según los antiguos griegos, vivía tanto sobre la tierra como en su interior.Este reptil en primavera cambia completamente la piel todos los años, por lo que se le atribuye: poder, virilidad, sabiduría, rejuvenecimiento, fertilidad, salud y prosperidad. Otros dicen que su símbolo nace en la mitología griega, pues Tronfonio y Esculapio enviaban sus poderes sanadores a través de las serpientes para curar las enfermedades. Lo cierto es que desde hace muchos siglos atrás, la serpiente fue venerada por los Cretenses, Fenicios, Indios Orientales y Aztecas como uno de sus dioses. Los indios americanos rindieron tributo a la serpiente de cascabel, los indios de la Amazona a la anaconda, los budistas a la cobra y los babilónicos al pitón, dragón monstruoso.
Asclepio tenía el don de la curación y conocía muy bien la vegetación y sobre todo las plantas medicinales.
Según la mitología Asclepio o Esculapio (*) era hijo de Apolo y de la mortal Coronis. Apolo confió el pequeño Asclepio al centauro, éste le inculcó las artes de la medicina y de la caza.
Apolo y Atenea intervinieron también en su educación, esta última le entregó dos botellas llenas de sangre de la Gorgona. Una de las sangres estaba envenenada, y la otra contenía propiedades para resucitar a la gente. Asclepio llegó a dominar el arte de la resurrección y cuenta la leyenda que devolvió a la vida a un gran número de personas importantes.
Practicó la medicina con gran éxito, por lo que le levantaron grandes santuarios por toda Grecia. Zeus no estaba conforme con que resucitara a los mortales por lo que lanzó un rayo y mató a Asclepio, quien subió a los cielos y se convirtió nada menos que en la constelación de serpentario.
El símbolo de Asclepio aparece en el siglo IX a.n.e. Según cuenta la leyenda, estando en casa de Glauco, quien se hallaba mortalmente herido, apareció en ese momento en la habitación una serpiente y Asclepio la mató con su vara, otra serpiente que entró al aposento llevaba en su boca unas hierbas con las que revivió a la que estaba muerta, poniéndoselas en su boca. Fue así como Asclepio también salvó a su paciente de la muerte, lo que se ha interpretado como la muerte vencida por Asclepio.
Asclepio existió y vivió en Tesalia, fue un médico notable de gran respeto y fama luego de su muerte fue inmortalizado, se inició la leyenda y fue venerado en Atenas, Corinto y Pérgamo, ciudad natal de Galeno. A Asclepio se le representa como un hombre de edad madura, barbudo, de mirada serena, con abundante cabellera que recoge con una diadema. Casi siempre aparece vistiendo un manto que deja al descubierto el brazo derecho y el busto apoyado en una vara, símbolo pues de la constante disposición del médico a prestar socorro a un enfermo, aunque el camino para llegar a él sea largo y penoso. También es posible que esta vara representara originalmente una rama del árrbol de la vida.
En otras representaciones de Esculapio la vara se asemeja a una rama curvada y algo nudosa.

Por otra parte, lo que se conoce como caduceo,según la fábula de Ovidio, en la Mitología Griega, fue regalado por Apolo a Mercurio para terminar una disputa entre ellos; Mercurio había regalado al Dios de la Música la lira de siete cuerdas que había inventado. Según se dice, Mercurio encontró en el Monte Citerón a dos serpientes que se peleaban y él arroja en medio de ellas su varilla para separarlas y vio cómo, sin hacerse daño, se enroscaron y se entrelazaron alrededor de la vara, de forma tal que la parte más alta de sus cuerpos formaron un arco, quedando sus cabezas frente a frente sin señal e enemistad. Probablemente, esta leyenda nació del símbolo y como razón artística y decorativa. Después de esto Mercurio se sirvió para sus funciones; con el caduceo adormecía y despertaba a los mortales, atraía a ellos las almas de los fallecidos o las conducía a la morada de los muertos o al infierno, sujetaba los vientos y disipaba las nubes, convertía en oro lo que tocaba, transformaba las tinieblas en luz. Era una vara de poder, siendo para el hombre fuente de seguridad, paz, concordia, beneficio y fortuna. Los griegos hicieron de este emblema el sello distintivo de los heraldos y embajadores. Según algunos historiadores, las alas del caduceo de Mercurio, están presentes porque es Hermes, Dios egipcio adoptado por los griegos, inventor fabuloso de la Alquimia, ciencia médica por excelencia; entre sus atribuciones llevaba Pileus o casco con alas, y entonces estaría representada la vieja máxima médica: Curare tuto, cito, et, jacunde, que quiere decir: curar todo, pronto, placenteramente.
Para otros las alas son el representativo de los médicos, que al disolverse el Colegio de Pitágoras en Samos, no escogieron residencia fija y se trasladaban de un país a otro; también se dice que, indican la actividad, diligencia y ejercicio en la rapidez de las funciones.
Por mucho tiempo se pensó que el origen del símbolo de la Medicina estaba en la Mitología griega como atributo del dios Hermes o Mercurio, pero más recientemente se ha conocido que los arqueólogos han encontrado símbolos semejantes en civilizaciones más antiguas como la asiria (de piedra tallada 30.000 años a.n.e y de piedra pulida 6.500 años a.n.e) y la caldea (3.000 años a.n.e.) así como en otras épocas, en la civilización egipcia y la fenicia.

Es en la etapa greco-romana que muchos historiadores marcan el inicio del caduceo, sin mencionar las anteriores. De hecho, primitivamente fue una rama de olivo, otras veces fue una de laurel o de olivo de cabeza nudosa que se bifurca en 2 y se enroscan para juntar sus extremos, después, artísticamente se cambiaron por las serpientes y se colocaron las alas de Mercurio. Los griegos lo tenían como báculo heráldico, representado por una caña entrelazada con hilos de lana; en la edad media fue un bastón cubierto de terciopelo flordelisado y así fue cambiando según la época histórica. Este caduceo fue el de Hermes o Mercurio, que seguía el tipo caldeo y fenicio.

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El caduceo de Mercurio se comenzó a usar como emblema de la Medicina cuando el aristócrata Sir William Butts, médico del rey Enrique VII de Inglaterra lo puso en su escudo nobiliario; 3 siglos después, la casa editorial de libros médicos JSM Churchill lo usó como distintivo. En 1856, el Servicio del Hospital de Marina de los Estados Unidos pensó que el caduceo sería un buen distintivo para significar el carácter "no combatiente" de la clase médica. Hay muchos países aún, cuyas instituciones de salud usan como distintivo el caduceo de Mercurio.

CONCLUSIÓN. - Ambos pueden ser utilizados como símbolos de la medicina, pero debemos precisar que el de Asclepio o Vara de Esculapio, es el símbolo ortodoxo, y que el caduceo de dos serpientes, es paradójicamente el más utilizado y más conocido universalmente. La diferencia es que la Vara de Esculapio siempre fue el signo de la medicina, mientras que el de Hermes (el de las 2 serpientes) fue utilizado erróneamente. Sin embargo, en 1902 el caduceo fue tomado oficialmente como símbolo del cuerpo médico del ejército de los Estados Unidos y a partir de ahí, su uso empezó a expandirse internacionalmente, hasta convertirse hoy en día en el símbolo más utilizado y más conocido. Por esta razón es que es perfectamente lícito el uso de cualquiera de los dos símbolos.

La razón por la que Susmedicos.com optó finalmente por el caduceo, es en primer lugar porque es el símbolo más utilizado y más conocido en todo el mundo; en segundo lugar porque en 1902 fue oficialmente adoptado como un segundo símbolo de la medicina; y en tercer lugar porque para nuestro nuevo diseño, se adapta mejor el Caduceo que el Esculapio.

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BIBLIOGRAFÍA

http://bvs.sld.cu/revistas/his/cua_87/cua0487.htm

- Diccionario de la Lengua Española y de Nombres Propios. Océano Pacífico.
- Gran Enciclopedia Universal Ilustrada, No. 34, Editores S.A, España, Barcelona, 1970.
- Gran Enciclopedia del Mundo, Colectivo de Autores, No. 4, Editorial Marín S.A, España, 1972.
- Diccionario Enciclopédico Salvat Universal Tomo 5, Salvat Editores S.A, Barcelona, España, 1970
- Enciclopédico Salvat de Ciencias Médicas, Tomo 1, Salvat Editores S.A, Barcelona-Madrid, 1959
- Enciclopedia Universal Ilustrada, Europeo-Americana, Tomo 10, José Espasa e hijos Editores Barcelona, 1925.
- Rev Cubana MGI 1997: 13 (4)
- Rev Cubana MGI: 14 (3)

domingo, 9 de enero de 2011

Sólo estoy aquí de paso



En el siglo pasado, un turista americano fue a El Cairo a visitar al famoso
rabino polaco Hafez Ayim. El turista se quedó sorprendido al ver que
el rabino habitaba en un cuarto sencillo, lleno de libros, y en el cual los
únicos muebles eran una mesa y un banco.



-Rabi, ¿dónde están los muebles? -preguntó el turista.
-¿Y dónde están los suyos? -le retrucó Hafez.
-¿Los míos? ¡Pero si yo estoy aquí de paso!
-Yo también -dijo el rabino


PAULO COELHO
"Reflexiones Diarias"

sábado, 8 de enero de 2011

La Historia de las Cosas

Formas para NO DEJAR PENSAR


“Hay dos formas de impedir pensar al ser humano, una obligarle a trabajar sin descanso y otra obligarle a divertirse sin interrupción”
- Santiago Alba Rico

Autocuidado de Médicos

Síndrome de Burnout y Autocuidado para Médicos que Trabajan con Enfermos Crónicos

Introducción
En la actualidad, los equipos de salud están sometidos a una carga cada vez mayor de problemas médicos y psicosociales derivados de situaciones de violencia, agresión, trauma, uso y abuso de sustancias, conflictos familiares, especialmente conflictos de pareja, violencia doméstica y enfermedades crónicas como cáncer y SIDA, entre otras. A esto se suma la gran carga emocional que causa una categoría de cuadros cada vez más prevalentes, que son los psicotraumas y el proceso de duelo que conllevan. El médico como droga es lo que alivia a estos pacientes: más allá de los tratamientos farmacológicos u otros, es la disposición del médico para escuchar y acompañar a los pacientes lo que alivia sus dolencias, las que muchas veces terminan en la muerte.

La demanda emocional que producen estos cuadros clínicos genera el síndrome de desgaste profesional o síndrome de Burnout o estar quemado, que en otros países, como España, por ejemplo, se considera como una enfermedad profesional, a tal punto que algunas personas se han jubilado a causa de este cuadro clínico, después de entablar y ganar juicios contra ciertas instituciones. En Chile, según estudios realizados por estudiantes de psicología en hospitales de diversas partes del país, la prevalencia es altísima, llegando a 50 ó 60% en algunos grupos de profesionales médicos, enfermeras u odontólogos; pero lo más grave es que no hay una política de salud que enfoque a estos profesionales como un grupo de riesgo.

Además de lo descrito, la psiquiatría social se encarga de los conflictos familiares, de pareja y adolescentes, que también exigen mucho a quienes trabajan en la asistencia de este tipo de cuadros clínicos: bajo rendimiento escolar, vagancia, delincuencia juvenil, psicopatología en adolescentes, depresiones y agresividad hacia otros y hacia sí mismos, en forma del síndrome de automutilación, frente al cual es frecuente que la familia exija que el profesional se haga cargo (Weissman S., Sabschin M., Eist H., 1999).
Desgaste psíquico y otros cuadros clínicos relacionados
La traumatización vicaria es lo que le ocurre al profesional que le toca ser testigo y estar permanentemente en una escucha activa, es decir, emocionalmente comprometido, con relatos y descripciones de situaciones difíciles o penosas de sus pacientes, lo que le va produciendo una microtraumatización que a la larga también es dañina, aunque no de la misma forma que un trauma intenso, con su correspondiente estrés post traumático (Mc Cann y Pearlman, 1990).

El estrés traumático secundario (TETS), descrito por Charles Figley en 1995 en terapeutas que trabajaban con familias en situación de crisis, es un cuadro clínico muy similar al del estrés post traumático.

El mobbing, también conocido como acoso moral o violencia perversa institucional, se refiere a las persecuciones de que son objeto los trabajadores más desprotegidos, en diversos tipos de instituciones. Los pacientes llegan en muy malas condiciones a la consulta a pedir ayuda, muchos hacen uso de licencias médicas prolongadas y desarrollan enfermedades psicosomáticas diversas. No hay estudios de prevalencia, pero se están llevando a cabo algunas gestiones para legislar sobre este tema (Acoso moral, Mobbing M.F. Hirigoyen, 1998).

Un testimonio de una terapeuta especializada en víctimas de agresiones sexuales ilustra este punto. May, terapeuta especializada en víctimas de agresiones sexuales, comprueba de pronto que debe librar una lucha personal y profesional cuando una de sus pacientes le revela ciertos “detalles” de un ritual de abuso sexual que había sufrido cuando niña: “Sentí que me enfrentaba con evidencias de un mal aterrador, estaba aprendiendo que el mismo tipo de actos viles que algunos gobiernos perpetran con sus prisioneros políticos o recluidos en campos de concentración, son perpetrados por ciertos adultos con niños pequeños. Me ví obligada a replantearme todo lo que sabía de la naturaleza humana y a reconocer que los seres humanos son capaces de caer en monstruosos abismos. Creo que si hay personas capaces de hacer estas cosas, cada uno de nosotros es capaz de hacerlo bajo determinadas circunstancias...se me oscureció el mundo entero, los relatos de mi paciente acerca de su vida comenzaron a obsesionarme y no podía dejar de pensar en ello... ” En el último párrafo es evidente que esta terapeuta está enferma y que debe consultar o pedir ayuda, pero puede pasar mucho tiempo antes de que se de cuenta de ello y, mientras tanto, puede transmitir elementos negativos a sus pacientes.

El trastorno por estrés postraumático (TEPT) primario se ilustra muy bien en la siguiente descripción de la imagen de la Fig. 2, que representa “El ángel herido”, de Hugo Simberg: “El ángel herido, con su frente vendada, es transportado en parihuelas por dos niños campesinos. Contrasta su blancura, símbolo de la pureza e inocencia, con la oscuridad de la indumentaria de los seres terrenales. Una realidad, que lo sobrepasa y lo quiebra lo ha golpeado y se deja llevar, apesadumbrado. Ha perdido su “ángel”, el mundo ideal, de la inocencia celestial y está inmerso en el mundo “inmundo” de una cruel realidad, luego de lo acontecido. Quienes lo transportan se muestran, resignado el primero, que y resentido o molesto el segundo, como culpabilizando al observador por el trauma ocurrido. Ambos muestran la disposición humana innata de asistir al caído, no importa lo precario de sus medios. Como vemos, en el trauma existe un antes y un después, pudiendo, al mismo tiempo, despertar lo peor y lo mejor del ser humano, desde la crueldad más abyecta a la abnegación más sublime”. El primer niño representa el componente triste, o depresivo, del dolor y el segundo, el componente rabioso del dolor, que es el causante de diversas reacciones psicosomáticas y reumatológicas; de hecho, los niños traumatizados en diversas circunstancias de guerra, en su mayor parte niñas, se convierten más adelante en los pacientes adultos que consultan por estrés traumático primario (Fig. 1).

Figura 1. “El ángel herido”, 1903. Hugo Simberg (1873-1917), Ateneumin Taidemuseo, Helsinki, Finlandia (gentileza del Dr. Alfredo Cía, “Trastorno por estrés postraumático” Imaginador, Buenos Aires, 2001)
Existen varias diferencias entre TEPT, que es primario y el TETS, que es secundario (Fligley C., 2000).

El primario se debe a que el paciente experimentó un suceso ajeno a las experiencias humanas habituales, que provocaría un marcado estrés a cualquiera, como una grave amenaza a la integridad personal o la súbita destrucción del propio entorno; el secundario se presenta en quien ayuda y escucha a esta víctima, o sea, en el médico o terapeuta.

La reexperimentación del suceso traumático se presenta, en el primario, como recuerdo del suceso, sueños intrusitos, reexperimenación súbita del suceso y angustia ante su recuerso; en el secundario existe lo mismo: recuerdo, sueños, reexperimentación y angustia respecto de lo vivido por la persona traumatizada, pero son vividos por quien la escucha.

En el primario hay evitación o embotamiento ante lo que se recuerda: el sujeto trata de evitar ideas y sentimientos, actividades y situaciones, al respecto, en una especie de amnesia psicógena; tiene menor interés por actividades significativas y muestra desapego o distanciamiento, disminución del afecto y sensación de que el futuro se acorta; en el secundario ocurre lo mismo.

En el primario existe una activación persistente, con dificultad para dormir, irritabilidad o estallidos de ira, dificultad para concentrarse, hipervigilancia de uno mismo, reacciones exageradas de sobresalto y reacción fisiológica a los estímulos; en el secundario, dificultad para dormir, irritabilidad o estallidos de ira.

En cuanto a las diferencias entre el estrés postraumático secundario y el Burnout: el primero puede ser de inicio súbito y deja a la persona con una vivencia de perplejidad, confusión, desvalimiento y sensación de aislamiento de quienes podrían ayudarlo. El Burnout es de curso progresivo, larvado, crónico y la traumatización secundaria podría ser causal, entre otras condiciones individuales y organizacionales, o sea, quí intervienen aspectos de la persona y de la institución a la que pertenece. La persona no se va dando cuenta de que está sufriendo esta enfermedad.
Estrés, Desgaste Profesional o Síndrome de Burnout
Es un síndrome de agotamiento o de pérdida de energía, que experimentan los profesionales cuando se sienten sobrepasados por los problemas de los demás (Freudenberger, 1974). Estos “problemas” de los demás pueden ser un problema real o una traumatización, o un relato que se centra persistentemente en la biografía y no en el síntoma, porque la mayor parte de las veces se trata de una enfermedad biográfica y lo que necesita el paciente es que lo escuchen en su biografía. Esto va a produciendo un cansancio, debido a una sensación subjetiva del clínico de que no está suficientemente preparado para ayudar al paciente, a pesar de que éste con frecuencia se siente aliviado. Lo importante es que el terapeuta reconozca que se quedó con la carga del paciente y que eso le está causando alguna somatización, dolor o molestia.

El síndrome de quemarse debe ser conceptualizado como un síndrome de agotamiento emocional, despersonalización y falta de realización personal en el trabajo, que puede desarrollarse en aquellas personas cuyo objeto de trabajo son personas, en cualquier tipo de actividad. Estas personas son los demandantes, o usuarios externos de un sistema (Maslash y Jackson, 1981).

En la perspectiva clínica, el desgaste profesional se caracteriza por la experiencia de agotamiento, despersonalización y pérdida de interés, o sentimiento de baja realización personal, por la actividad laboral. El agotamiento emocional es lo más prevalente; la despersonalización se ve en instituciones que tienen muchas problemáticas organizacionales, como por ejemplo un hospital público o un consultorio de mucha demanda asistencial; la falta de realización personal en el trabajo no es tan frecuente, pero también puede aparecer vinculada a las instituciones, que a veces tienen pocos incentivos profesionales o de otro tipo. La perspectiva clínica entiende a este síndrome como un estado al que llega el sujeto como consecuencia del estrés laboral. La perspectiva psicosocial considera a este síndrome como un proceso que se desarrolla por la interacción de características del entorno laboral y características personales; desde esta perspectiva, este síndrome no se debe identificar con estrés psicológico, sino que se debe considerar como un tipo particular de mecanismo de afrontamiento y autoprotección frente al estrés, por eso no se desarrolla en todos los sujetos.

El síndrome de Burnout se presenta en profesionales centrados en la prestación de servicios, cuyo objetivo es cuidar los intereses y satisfacer las necesidades del usuario. Los profesionales afectados son los del ámbito sanitario, como los de enfermería, medicina, psicología y fisioterapia; los que trabajan en educación, como maestros o cuidadores; los trabajadores sociales; los policías; los funcionarios de prisiones y los políticos. En el desarrollo del proceso de quemarse, lo primero que aparece es el agotamiento emocional; luego aparece el sentimiento de baja realización personal en el trabajo, sensación de no estar suficientemente realizado; lo último en aparecer es la despersonalización, que es el síntoma más grave y se caracteriza por una actitud fría y distante frente a los pacientes, carente de compromiso emocional, que se puede traducir en maltrato hacia ellos, porque en un momento dado el profesional siente que el paciente tiene la culpa de todos los males del sistema, especialmente cuando se trata de un paciente conflictivo. En este sentido, en la formación profesional de pregrado no se enseña manejo de pacientes difíciles, sino que más bien se huye de ellos o se les califica en forma despectiva; lo mismo ocurre con respecto a las habilidades comunicacionales y emocionales que se deben manejar para dar malas noticias.

En el departamento de teatro de la Universidad de Chile se ha desarrollado una unidad de rehabilitación de terapeutas quemados, que trabaja el problema mediante técnicas de dramatización, con el objetivo de generar estrategias innovadoras y creativas, porque a veces la emoción están tan arraigada en el cuerpo que la única forma de llegar a ella y lograr la rehabilitación es a través del psicodrama. Una vez que se ha producido el desgaste emocional lo más difícil es conseguir la reconexión emocional, porque la persona dejó de sentir, quedó como una máquina, fría, distante y debe volver a sentir, pero de un modo diferente, sin la percepción de amenaza. En toda traumatización se produce una parálisis emocional, una disociación primero y una despersonalización después; siempre que l persona sufre una agresión, sea en una relación familiar, de pareja o laboral, sufre un bloqueo emocional, mediante el cual desarrolla una barrera que en un principio es protectora, pero después puede quedar encerrada dentro de ella. La terapia consiste en ayudar el individuo a salir de esa frialdad emocional para que aprenda a involucrarse de nuevo con las personas.
Autocuidado de equipos
El concepto de autocuidado se está aplicando tanto a los pacientes, por ejemplo, diabéticos, reumatológicos, hipertensos, como a los equipos que se desempeñan en diversos ámbitos laborales, entre ellos, salud. El autocuidado o cuidado de equipos es, por lo tanto, un concepto más bien práctico, que se utiliza para referirse a la protección de los equipos frente al impacto emocional cotidiano del trabajo con la violencia. En todos los equipos que trabajan con hechos de violencia aparece la necesidad de autocuidarse (Hidalgo N., Moreira E., 2001).

Dorotea Orem, enfermera graduada en Baltimore en 1930, habló por primera vez de autocuidado y lo definió como “aquellas actividades que realizan los individuos, familias, grupos y comunidades con el propósito de promover la salud, prevenir la enfermedad, limitarla cuando existe y restablecer la salud, cuando es necesario. Por lo tanto, es un concepto netamente ligado a la medicina preventiva (Morales, Pérez, y Menares, 2003: 11). Orem define su modelo como una teoría general de la enfermería: la teoría del autocuidado, que define al autocuidado como una contribución constante del individuo a su propia existencia: “El autocuidado es una actividad aprendida por los individuos, orientada hacia un objetivo; es una conducta que existe en situaciones concretas de la vida, dirigida por las personas sobre sí mismas, hacia los demás y hacia el entorno, para regular los factores que afectan a su propio desarrollo y funcionamiento en beneficio de su vida, salud y bienestar". Hoy en día, es fundamental generar conductas de auocuidado, no sólo en los equipos de trabajo, sino también en la población general y en los jóvenes, que todos los días protagonizan accidentes fatales por conducir bajo efectos del alcohol y a exceso de velocidad.

Orem define, además, tres tipos de requisitos de autocuidado: los requisitos de autocuidado universal, que son comunes a todos los individuos y tienen como objetivo la conservación del aire y del agua, la correcta eliminación de deshechos, la prevención de riesgos en la interacción de estas funciones con la actividad humana, y favorecer las actividades de descanso e interacción soacial; los requisitos de autocuidado del desarrollo, que se dirigen a promover las condiciones necesarias para la vida y la maduración y a prevenir la aparición de condiciones adversas, o mitigar los efectos de dichas situaciones en distintos momentos del proceso evolutivo o del desarrollo del ser humano; finalmente, los requisitos de autocuidado en estados de desviación de la salud. Relacionado con esto, Orem desarrolló la teoría del déficit de autocuidado, que describe las causas que pueden provocar dicho déficit y señala que los individuos sujetos a limitaciones relacionadas con estados de desviación de su salud, no pueden asumir, total o parcialmente, su autocuidado; y la teoría de los sistemas de enfermería, que explica el modo en que las enfermeras (os) pueden atender a los individuos.
El autocuidado de los clínicos y terapeutas
Se concibe el autocuidado como un conjunto de estrategias de afrontamiento que los terapeutas deben implementar para prevenir déficits y propiciar y fortalecer un bienestar integral. Otra definición plantea que “autocuidado” se refiere a aquellas actividades que realiza una persona por sí misma y que contribuyen a su salud; se refiere a acciones voluntarias, que la persona aprende, como parte de un proceso y en las cuales, el individuo es el principal agente. En estas acciones el individuo combina experiencias sociales y cognitivas y esto contribuye a la autoimagen, o autoconcepto, es decir, no se limitan sólo a una intervención (Murillo Chacón P., Costa Rica, 2004).

Como ejemplos de acciones de autocuidado: en lo que se refiere al bienestar físico, lo primero es procurar un buen descanso, evitando alargar en exceso la jornada de trabajo, además de adoptar una dieta saludable, hábitos de ejercicio físico, chequeos médicos, protegerse físicamente ante los clientes difíciles, que por lo general tienen trastornos de personalidad, de modo que los profesionales deben tener algún grado de capacitación para su manejo. En cuanto a medidas de autocuidado del bienestar emocional, es importante proteger y mantener los límites profesionales, cultivar el buen trato entre colegas y entre equipos de trabajo, resolver conflictos en forma apropiada, evitar reacciones impulsivas o precipitadas, recibir psicoterapia personal, fortalecer vínculos e intimidad con otros. En asuntos especiales, se debe evitar situaciones que impliquen desgaste emocional, como falta de confianza en el equipo, demasiada empatía hacia el cliente o experimentar sentimientos hacia el cliente que están dirigidos hacia otra persona, es decir, evitar las situaciones transferenciales. En cuanto al autocuidado del crecimiento y desarrollo, las medidas incluyen dinámica de supervisión, consultorías a expertos u otros colegas y educación continua.

Como medida de autocuidado de los terapeutas, es fundamental favorecer la resiliencia, concepto que deriva de la metalurgia y se refiere a la capacidad de un metal de doblarse hasta cierto punto sin quebrase, para luego volver a su posición original; en las personas, el término define a la capacidad de resistir una presión emocional sin quebrarse psicológicamente, para después volver al estado original. En la Fig. 2 se muestran las bases para el desarrollo de la resiliencia.


Figura 2. El edificio de la resiliencia
En el desarrollo de la resiliencia, lo primero es tener un vínculo afectivo incondicional y una identidad, lo que depende de las relaciones familiares y afectivas más directas, íntimas e importantes del individuo, que son las que conforman su historia de vida, su biografía; a continuación están las redes y el sentido de pertenencia a lo que se denomina la segunda familia, que es la familia laboral; después vienen la autoestima y las habilidades relacionadas, como la asertividad, el poder decir las cosas positivas u negativas de frente y sin agresividad. Después viene un área muy importante, que es la de la creatividad y el humor; los grupos, familias, parejas o personas que no ríen, están enfermos: la risa y el humor son signos de salud. Finalmente está el sentido de trascendencia.
Concepto de afrontamiento
Afrontamiento se refiere a “aquellos esfuerzos cognitivos y conductuales constantemente cambiantes que se desarrollan para manejar las demandas específicas externas y/o internas que son evaluadas como excedentes o desbordantes de los recursos del individuo” (Lazarus y Folkman, 1986). Existen varios formas de llevar a cabo este afrontamiento.

Burke, en 1971, propone como estrategias de afrontamiento: hablar con otras personas; trabajar más duro y durante más tiempo; cambiar a una actividad de tiempo libre; adoptar una aproximación de solución de problemas, o sea, estar dispuesto a encontrar la solución del problema; alejarse de la situación estresante, es decir, salir de situaciones densas o de climas adversos.

Dewe y Guest, en 1990, distinguen siete tipos de estrategias cognitivas y emocionales de afrontamiento: (1) Abordar o trabajar sobre el problema. (2) Intentar que el problema no se apodere de uno. (3) Descarga emocional. (4) Tomar medidas preventivas. (5) Recuperarse y prepararse para abordar en mejores condiciones el problema. (6) Utilizar los recursos familiares y (7) Intentos pasivos de tolerar los efectos del estrés.

Carvez, Scheier y Weintraub (1989), citado por Ponce C., 2002, proponen las siguientes estrategias de afrontamiento: Afrontamiento activo: llevar a cabo acciones y hacer esfuerzos para eliminar o paliar el estresor. Planificación: pensar cómo se va a hacer frente al estresor y planificar las acciones. Búsqueda de apoyo instrumental: buscar ayuda, apoyo o consejo acerca de qué hacer. Búsqueda de apoyo social: buscar la simpatía o apoyo emocional de alguien

Otras estrategias:
Suspender las actividades distractoras: quitar la atención de otras actividades para centrarla de forma completa en el estresor. Religión, reinterpretación positiva y crecimiento, aceptación. Centrarse en las emociones y desahogarse, reconocer la negación, desconección mental, desconección conductual, trabajar en el consumo de alcohol y drogas. Humor.

Expositor: Dr. Pedro Torres.
Filiación: Médico Psiquiatra. Psicoterapeuta Sistémico, Servicio de Psiquiatría, Hospital Del Salvador; Grupo de Medicina Psico-Inmuno-Reumatológica de Santiago; Secretario Grupo de Trabajo de Medicina Psicosomática de la Sociedad de Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía.
Publicado en Medwave
Este texto completo es la transcripción editada y revisada de la conferencia dictada en reunión científica de la Sociedad Chilena de Reumatología.

miércoles, 5 de enero de 2011

MEDICINA Y MAGIA


Antes, cuando la religión era fuerte y la ciencia débil, el hombre confundía la magia con medicina.
Ahora que la religion es débil y la ciencia es fuerte, el hombre confunde la medicina con magia.
Thomas Szasz

martes, 4 de enero de 2011

Calidad de la salud vs. trabajo médico en negro

No beneficia a los profesionales ni a los pacientes que muchas entidades privadas tengan a sus trabajadores en condiciones laborales precarias.

Por: Héctor GarínFuente: SECRETARIO GENERAL DE LA ASOCIACION DE MEDICOS DE LA ACTIVIDAD PRIVADA

La calidad de la atención sanitaria en la Argentina está influida por las condiciones del trabajo médico. Pocos saben que hay establecimientos privados de alto nivel que tienen al 80% de su plantel en negro, con condiciones de seguridad que ponen en riesgo no sólo a los pacientes sino también a los médicos, que, además, son quienes responden con su matrícula ante las cada vez más numerosas demandas por mala praxis.
Además del multiempleo y las guardias agotadoras a que están expuestos los profesionales que pretenden vivir de su profesión, casi ningún médico que se desempeña en el ámbito privado cuenta con ART en caso de accidente, por lo que ante cualquier problema de salud es echado sin miramientos (ni indemnización) o deja de percibir sus honorarios hasta que pueda reincorporarse.
Por supuesto que tampoco pueden percibir seguro de desempleo. Ni gozan de vacaciones ni aguinaldo. Y debido a estas condiciones precarias de trabajo no contarán al retirarse de la profesión con una jubilación digna.
Aunque parezca paradójico, en la mayoría de los casos, los médicos que trabajan en el ámbito privado no tienen cobertura de salud si no la pagan de su bolsillo, ya que no están cubiertos por la Seguridad Social. Las mujeres no tienen licencia por maternidad ni lactancia. Tampoco cuentan con ningún tipo de licencia para capacitarse, por lo que en un contexto de avances diarios en la medicina y, sobre todo en la farmacología, no tienen tiempo para la actualización de sus conocimientos.
¿De qué calidad de la atención se les puede hablar a estos médicos? ¿De qué relación médico-paciente se le puede hablar a un profesional proletarizado, agotado, desilusionado por haber dedicado décadas de estudio para obtener ingresos que en la mayoría de los casos no tienen absolutamente ninguna relación con los años de preparación y especialización y la responsabilidad de su tarea?

El desafío gremial de los médicos hacia el futuro es lograr trabajar bajo nuevas formas, con un paradigma nuevo en materia sociolaboral. Nadie puede desarrollarse como persona y como profesional -y sobre todo un médico, que cada día tiene la responsabilidad de mantener la salud de sus pacientes, que trabaja en la delgada línea entre la vida y la muerte-, si no cuenta con un mínimo de seguridad sobre su propia vida, si es humillado con una remuneración denigrante y es sumido en la incertidumbre del desempleo.

Sólo la unidad, a través de sus entidades representativas médico-gremiales, en el reclamo de sus legítimos derechos, va a lograr que la medicina vuelva a ser un trabajo digno.

Publicado en Clarín Junio 2009